_Se le considera el maestro del melodrama. Y filmó películas de mujeres que fueron muy populares, aunque a menudo también se las tildó con menosprecio de "melodramas románticos". Puede que éste fuera el motivo de que Douglas Sirk casi cayera en el olvido durante muchos años. El director no fue redescubierto hasta el año 1971, cuando se publicó el libro de entrevistas de Jon Halliday Sirk on Sirk (publicado en español con los títulos Douglas Sirk por Douglas Sirk y Douglas Sirk). Películas como Obsesión (1954), Sólo el cielo lo sabe (1955) y Escrito sobre el viento (1956) fueron muy apreciadas, por ejemplo, por Rainer Maria Fassbinder. Sirk supo captar como ningún otro director las tensiones sociales y los conflictos de EE.UU. en los años cincuenta, y lo hizo con parábolas de pasión, perdición y redención. Cuando más melodramático, mejor. En Imitación a la vida (1959), su última película y probablemente la mejor, un joven blanco golpea a su novia porque ha descubierto que la chica es de color: una escena que muestra con énfasis cómo el racismo está unido a la violencia contra las mujeres.
_Antes de rodar sus melodramas americanos en los años cincuenta, Douglas Sirk había convertido en estrella a Zarah Leander en la Alemania nacionalsocialista, con películas como La habanera (1937) y La golondrina cautiva (1937).
_Nacido en Hamburgo en 1897, este licenciado en filosofía e historia del arte, cuyo verdadero nombre era Hans Detlef Sierck, trabajó en el teatro antes de llegar al cine. Pero Sierck no quiso ser un director nazi. A partir de 1938, dejó de trabajar en Alemania. En 1939, emigró a EE.UU. y, en 1943, rodó Hitler's madman, una película que -junto a The moral storm (1940) de Frank Borzage y Hitler's children (1942) de Edward Dmytryk- se cuenta entre los mejores filmes sobre el fascismo del cine americano de aquella época.
_El director le dio la espalda a EE.UU. en 1959, a partir de entonces y hasta su muerte, vivió en Zúrich sin rodar nunca más una gran película. Douglas Sirk fue un intelectual incomparable, que amó los grandes sentimientos y desarrolló un lenguaje visual propio que ha inspirado a muchos cineastas en la actualidad.
Cine de los 50, Jürgen Müller (taschen, 2005)
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añadir que
Además de sus clásicos melodramas, como Escrito sobre el viento, Douglas Sirk rodó también El asesino poeta (1947), una magnífica película que merece ser apreciada.
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