16/5/08

actrices para la historia: MAUREEN O'HARA

_ Recibió el apodo de “reina del tecnicolor” por la forma en que brillaban su larga y salvaje melena pelirroja en la gran pantalla y el color verde esmeralda de sus ojos. Las malas lenguas dijeron que había sido el “conejillo de indias” ideal para experimentar nuevos sistemas de color. De hecho, la propia actriz declaró con cierta melancolía que la contrataban para todo tipo de películas de aventuras, piratas y vaqueros pero que, tras el estreno de su primer film en tecnicolor, nunca más volvieron a llamarla para participar en aquellas maravillosas cintas en blanco y negro.
_Esta intérprete, nacida en agosto de 1920 cerca de Dublín con el nombre de Maureen FitzSimons, fue descubierta por Charles Laughton, junto al que protagonizó el último proyecto británico de Hitchcock, Posada Jamaica (1939). Además de llevarse a esta bailarina y cantante a Hollywood y conseguirle un contrato con la RKO, Laughton, junto con Erich Pommer, el productor de Posada Jamaica, también contribuyó decisivamente a que adoptara el apellido O’Hara. Ambos actores volvieron a coincidir en Esmeralda la zíngara (1939), de William Dieterle, él en el papel de campanero jorobado y ella en el de la salvaje y seductora bailarina gitana. Qué verde era mi valle (1941) representó el primer encuentro de la irlandesa con John Ford, director que volvería a confiar en ella en Río Grande (1950) y El hombre tranquilo (1952). En estas dos cintas, su compañero de reparto fue nada menos que John Wayne, todo un hombre duro al que O’Hara supo hacer frente con valentía. Su temperamento, su carácter en ocasiones masculino, su gesto provocador de colocar las manos sobre las caderas, su lengua viperina... todo esto hizo tambalear los cimientos machistas del western y puso en guardia a los arrogantes piratas. En La isla de los corsarios (1952), agarraba al pirata Errol Flynn, amarrado al mástil por los cabellos, le hacía girar la cabeza y le besaba con fuerza en los labios. Quizá asustaba a los hombres, pero siempre les ayudaba. John Wayne: “¿O’Hara? Un buen tipo”. En cuanto a mujeres hermosas, Wayne no tenía mucha idea.


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Cine de los 40, Jürgen Müller (taschen, 2005)

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