17/8/08

sobre el cine mudo: ¡levántate y anda!

Hay cosas que suelen desconocerse sobre el cine mudo, que comprende más de 30 años de cine, así que cine mudo: ¡levántate y anda!.
-Suele hablarse de cine mudo, de la época silente o muda, y esto no es del todo exacto aunque es cierto que las proyecciones no podían por sí mismas sino mostrar imágenes en movimiento sin sonido alguno. Pero las proyecciones en las salas iban acompañadas de la música tocada por un pianista o una pequeña orquesta y además comentada por la voz de un explicador, imprescindible figura que hacía posible que multitudes analfabetas o inmigrantes desconocedores del idioma entendieran la película. Además las productoras encargaban partituras originales para sus películas más prestigiosas, con lo que al cine ya sólo le faltaba hablar, pero se tenía ya la concepción de una obra creada entre la imagen y el sonido. El cine mudo, en realidad, mudo del todo, en cierto modo no era.
-Se comenta poco que en la época muda cada experiencia cinematográfica era distinta, única, aunque las proyecciones a menudo eran en sesión contínua, en bucle. La experiencia cinematográfica siempre era distinta porque tanto el acompañamiento musical como los comentarios del explicador eran en directo, y en ocasiones, en el estreno de la película, incluso toda una improvisación que ni en las jam sessions del jazz, pues el pianista y el explicador descubrían la película al mismo tiempo que el público de la sala.
-Se habla poco del origen de los primeros programas del cine, que tenían las características de las variedades, con un poco de todo para todos los gustos, convenientemente estructurado atendiendo al género, tono, duración, celebridad... e incluso con sus previstos o imprevistos choques de proximidad. Una hipótesis de porqué en la época muda las películas fueron creciendo en duración es que se pretendía dar una mayor consistencia y autonomía a las películas, evitando el efecto rebote de ir colocadas entre otras partes del programa, por ejemplo el efecto de colocar una tras otra una película cómica y un drama. Las películas quizá se quisieron emancipar del programa de formas agregadas y usaron la mayor duración como recurso.
-Se comenta no mucho que en el cine mudo no era raro que de una misma película hubieran varias versiones, y no precisamente por las tijeras de la censura (que también, claro) sino directamente creadas por las propias productoras o por las salas de cine. Se cambiaban las coloraciones monocromáticas dependiendo de a qué mercado iban destinadas las películas e incluso las películas americanas sustituían su clásico final feliz por un final trágico cuando se comercializaban en el mercado ruso. Las películas se alteraban adrede para la distribución en otros mercados, según los gustos del público.
-Y una última sorpresa, muy desconocida. En la época muda se popularizaron los programas de mano, que se consideraban un obsequio en atención a la cola, la espera y el precio de la entrada. Bueno, lo sorprendente viene ahora, y es que incluso ya en el sonoro, las productoras podían llegar a contar detalladamente ¡¡¡incluso el final de la película, acabando con cualquier suspense!!!. El suspense no existía pues, sino que la motivación para ir al cine no era saber cómo acababa la película, sino que el cine era un lugar de encuentro con otra gente y de diversión, y un hábito que no se abandonaba aunque alguna que otra vez la película llegara a decepcionar. Ir al cine era ir de fiesta.
-Bueno, una cosa más sobre el cine mudo (maravillosas obras nos ha legado el cine mudo, dicho sea de paso) y es que sin negar el gran avance que con el tiempo supuso el cine sonoro, lo cierto es que hasta que los equipos de sonido fueron bastante ligeros y discretos el cine sonoro ralentizó el lenguaje cinematográfico y se perdió una fluidez narrativa enorme al tener que supeditarse al sonido y sus grandes servidumbres de grabación, como muestra con humor el magnífico clásico del musical "Cantando bajo la lluvia".
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Más en "Una historia diferente: la representación cinematográfica en los cines", por Nico de Klerk, reproducido en Archivos de la filmoteca 25-26 (Generalitat Valenciana, 1997) distribuye Paidós.
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