Ninguna otra estrella del siglo XX, ni siquiera Greta Garbo, apareció envuelta en un aura de perfección más intensa que ella. Su físico impecable, misterioso pero no por ello menos humano, la convirtió en la encarnación del glamour. Su influencia prácticamente se hace notar más en los cambios culturales de la época que en la historia del cine. Por ejemplo, las mujeres empezaron a utilizar pantalones para imitar a la actriz. La naturalidad que demostró en sus diversas relaciones amorosas, como las que vivió con Jean Gabin, tres miembros de la familia Kennedy y varias mujeres, la convirtió en precursora de la revolución sexual. Su oposición al fascismo -ideología que aborrecía por "decencia"- hizo de ella un icono político y le valió una gran animadversión en su patria, Alemania. Marlene Dietrich... hoy en día basta con decir su nombre o su apellido para que todos identifiquen de quién se habla.
Nacida en 1901 en el seno de una familia berlinesa, perdió a su padre de niña. Dietrich no tardó en descubrir su talento. Aunque se formó como actriz de teatro de la mano de Max Reinhardt, su rostro era más adecuado para aparecer en la gran pantalla. Tras varios personajes secundarios se hizo con el papel protagonista de la película muda Flor de pasión, tres amores (1929).
Josef von Sternberg le ofreció el personaje de la rolliza cantante de cabaré Lola Lola en El ángel azul (1930), adaptación de la obra de Heinrich Mann. Esta cinta marcó el inicio de una simbiosis artística entre el "creador" y su "criatura", como ella misma escribió en una carta dirigida al cineasta. El éxito del largometraje les llevó a Hollywood, donde colaboraron en otros seis proyectos. Entre ellos destacan Marruecos (1930), La venus rubia (1932), El expreso de Shanghai (1932) y El diablo es una mujer (1935). Tras algunos fracasos artísticos, también pusieron punto final a su relación personal. Los dos siguientes films de Marlene, El jardín de Alá (1936) y El príncipe mendigo (1944), contribuyeron a cimentar el mito, algo que Billy Wilder llevó a su terreno con gran inteligencia en Berlín Occidente (1948) y Testigo de cargo (1957). El mensaje era claro: Dietrich se estaba convirtiendo en us propio personaje. En adelante tendría pocas oportunidades de demostrar su valía en el cine; una de ellas fue Vencedores o vencidos. El juicio de Núremberg (1961). La artista se concentró cada vez más en potenciar su carrera musical. De hecho, siempre había cantado en sus películas, y la canción Enamorándome otra vez (Ich bin von kopf bis fub auf liebe eingestellt), que interpretó en El ángel azul, siempre estará asociada a su nombre. Tra vivir sus últimos años en un aislamiento total, Marlene Dietrich falleció en París en mayo de 1992. Según su última voluntad, fue enterrada en Berlín.
---(Cine de los 30, Jürgen Müller, Taschen-2006)
-algo más...
Se podrían escribir (y se han escrito) libros enteros sobre tan fascinante mujer. Sólo recordar dos actuaciones memorables que son excepcionales. La interpretación en Encubridora (1952) de Fritz Lang es soberbia, y su breve pero intenso papel en la magnífica Sed de mal (1958) de Orson Welles, inolvidable. Y remarcar, una vez más, que en plena guerra mundial fue una persona muy valiente que se comprometió activa e intensamente en la lucha contra el fascismo, y por eso no pudo ser profeta en su tierra.